La demo es tu escenario: No le des a tu cliente un pase VIP al aburrimiento 🚦
Esto es algo que se carga ventas todos los días y nadie habla de ello.
Sales a una demo, todo emocionado, y te pones a enseñar cada puñetera funcionalidad de tu producto como si estuvieras leyendo el manual de instrucciones.
Pantalla tras pantalla, botón tras botón. Un desfile interminable de tecnicismos que al cliente ni le van ni le vienen.
Y luego pasa lo que pasa: el cliente se queda con cara de “¿y qué?”, te da las gracias y te manda a paseo con un “déjame pensarlo”.
Atento, si haces demos, necesitas entender esto: tu misión no es enseñar todo lo que hace tu producto. Es enseñar lo que le resuelve la vida a tu cliente. Lo demás, al cubo de la basura.
Imagina una película llena de escenas que no aportan nada a la historia. Te levantas del cine antes de los créditos y te vas a casa con la sensación de haber perdido el tiempo.
Pues con tus demos igual. Cada función que enseñas debe llevar al cliente un paso más cerca de decirte “lo quiero”.
¿La clave?
Antes de la demo, piensa: “¿Qué es lo que le importa a este cliente en concreto?” Y céntrate solo en eso.
Porque una buena demo no aburre, emociona. No informa, persuade. Y no muestra, vende.
💡 Moraleja: En la demo, menos es más. Enseña lo justo y deja con ganas de más. O haces esto, o sigues matando ventas.
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