La Historia de Laura: El Cliente que Casi se Escapa…

Ella misma, hace unos días, me lo contó

Laura es una Account Executive de una empresa de software, que estaba al borde de tirar la toalla.

Había intentado cinco veces conectar con el CEO de la empresa XYZ, un cliente potencial que era perfecto para su producto.

Pero no había recibido respuesta alguna.

Una tarde, mientras miraba su lista de tareas pendientes, se detuvo en la empresa XYZ. Sabía que tenía que hacer algo diferente, algo inesperado.

Entonces se le ocurrió una idea: en lugar de enviar otro correo electrónico o realizar otra llamada, decidió enviarle al CEO un paquete.

Al día siguiente, Laura compró una pequeña planta de oficina y escribió una carta.

La carta decía: "Al igual que esta planta puede crecer y prosperar con el cuidado adecuado, creo que nuestra solución de software puede ayudar a XYZ a hacer lo mismo".

Empaquetó todo cuidadosamente y lo envió.

Una semana después, su teléfono sonó.

Era el CEO de XYZ.

Estaba impresionado, no solo por el gesto único sino también porque Laura había identificado un problema específico que su empresa estaba enfrentando.

"Parece que has hecho tu tarea", dijo el CEO.

Laura sintió un torrente de alegría y satisfacción al escuchar la voz del CEO al otro lado del teléfono.

Este era el momento que había estado esperando, una oportunidad para demostrar que su enfoque único podía marcar la diferencia.

Finalmente llegó el día de la reunión.

Laura notó que el CEO tenía su planta encima de su mesa, y esto le dio la confianza para abordar sus puntos de manera más directa y emocional.

Al final de la reunión, el CEO dio luz verde para seguir adelante con una prueba piloto del software.

Laura aprendió una lección invaluable ese día: la prospección no es solo una serie de tareas rutinarias; es un arte que requiere creatividad, empatía y, sobre todo, perseverancia.

Y a veces, un pequeño y único gesto puede abrir grandes puertas.